El Orden Natural en el planeta tierra, una cuestión de supervivencia
oscar | 10 julio, 2010Es realmente sorprendente como el ser humano sigue creando corrientes de desunión y odios. Es llamativo que nuestra humanidad sedienta de amor, se encuentre generando conflictos que nacen del desconocimiento del simple pero efectivo “Orden Natural Planetario”. Es incuestionable que el amor expresado entre los humanos no debe tener barreras sexuales, pero lejos está la unión entre personas del mismo sexo, de ser respetuosa del mencionado “Orden Natural”. Como seres poseedores de pensamiento y habla los humanos tenemos la libertad de elegir el sexo de nuestro compañero/a de ruta en nuestro tránsito por este planeta. Esta decisión absolutamente personal debe ser aceptada y respetada, es menester asimismo, dados los ordenamientos jurídicos que rigen en nuestra organización social, dotar a la pareja homosexual de una cobertura legal que proteja la decisión de dos seres iguales en sexo a prodigarse amor. Es incuestionable que el matrimonio, como figura de ordenamiento social, nada tiene que ver con la continuidad de la especie humana. Lo que aseguró que hoy sigamos existiendo como humanos, fue la copulación entre machos y hembras de nuestra especie. Mujeres y hombres unidos en aceptación y respeto del “Orden Natural” existente en este planeta Tierra. Nada tienen que ver preceptos religiosos con nuestra supervivencia como especie en este mundo. Ordenar conductas humanas, como lo hacen las diversas corrientes religiosas, no asegura que la raza humana permanezca sobre la tierra. La continuidad de nuestra especie la garantiza el acatamiento, por elección, del “Orden Natural Planetario”. Ahora es necesario, dado que el llamado “Orden Natural Planetario”, no está escrito, dar una pauta de qué se habla al nombrarlo. Podemos decir que “es la suma de las verdades absolutas que rigen la evolución en este planeta que denominamos Tierra”.
Una verdad absoluta es aquella imposible de cuestionar y vale para todos y cada uno de los habitantes que nuestro planeta posee.
Por solo hacer mención de algunas inherentes a nuestra especie podemos mencionar a las siguientes: Nacemos y morimos. Nos engendra la unión de un hombre y una mujer. Nacemos de una mujer. Somos seres sexualmente diferenciados. La conformación física nos brinda un aspecto exterior reconocible entre el resto de las especies.
Aclarado el punto cabe mencionar que existen seudo humanos, que abiertamente trabajan para contrariar el orden natural con el paupérrimo fin de materializar una humanidad concebida por catalogo. La sed de amor que padece la humanidad, no debe ser saciada con el riesgo que implica abrir aún más la puerta a absurdos planes de laboratorio que buscan el humano perfecto para venderlo al mejor postor. Un hijo de nuestra humanidad debe sentirse responsable de continuar la especie, esta elección es la gran olvidada en una pareja de iguales, por lo que difícilmente sea transmitida con convicción a un pequeño humano en desarrollo. Elegir el compañero/a de ruta, es decisión personal, respetable en grado sumo, pero la continuidad de la especie humana, asegurando la necesaria diversidad de seres, solo está garantizada por el respeto del “Orden Natural Planetario” orden que aleja el innecesario riesgo de dejar que sea un laboratorio el que engendre hijos a pedido, en franco desmedro de la pareja heterosexual que se une en busca del hijo que hará posible una humanidad mejor, sin tener que pagar por ello.
Oscar Monjelat
Rosario, Argentina. 10 de julio de 2010